Este es el resultado de nuestro cuento cooperativo, a ver qué os parece. El comienzo era prometedor y el final ha sido muy digno, pero en la parte central hay alguna incoherencia que he intentado disimular un poco. Leedlo y sugerid títulos para la historia en los comentarios:
Para entender bien los extraños
sucesos que voy a relatar a continuación, será preciso que retrocedamos en el
tiempo hasta situarnos en una calurosa noche de principios de verano, cuando me
disponía a cerrar las maletas para salir de vacaciones. Y lo que es rutina para
muchos, para mí resultaba excepcional: por primera vez en varios años, mi
familia había decidido volver a viajar.
Yo, que me llamo María, por
cierto, vivía por aquel entonces en Santander y mis padres habían decidido aprovechar
las vacaciones para ir a visitar a unos parientes, pero no a cualquier lugar,
íbamos a ir nada menos que a Transilvania y eso me hacía muchísima ilusión. En
casa siempre había visto, en viejos álbumes familiares, fotos de una increíble
mansión. Tenía altos muros de piedra, con ventanas alargadas y estrechas, cerca
de las almenas había una elegante torre, muy sombría, desde donde se podía ver
todo el pueblo.
El viaje fue largo y aburrido,
pero estaba tan ilusionada que lo soporté con paciencia. Después de
reencontrarme con mis familiares y de dormir del tirón la primera noche que
pasamos en la mansión, me di cuenta de que algo no encajaba. Mi tía se estaba
comportando de manera muy extraña y parecía asustada, además mi tío Ryan
desprendía un olor muy peculiar que me recordaba a huevos podridos. La segunda
noche, como a las tres de la mañana, algo me despertó y decidí salir a
investigar, empezando por el sótano de la mansión. ¿Qué podía salir mal?
Bajé al sótano alumbrándome con la luz del móvil. Todo estaba lleno de
telarañas y de cosas antiguas hasta que ¡Pum! se cayó un cuadro precioso, que
parecía muy viejo y me asusté mucho. Además, hacía bastante frío allí abajo.
Aquella noche tuve el presentimiento de que algo malo iba a pasar. Al cabo de
media hora encontré una llave y un pasadizo que parecía secreto. Asustada volví
a mi cama y decidí que al día siguiente a esta misma hora volvería a bajar para
seguir investigando.
La mañana siguiente amaneció triste y oscura, lo cual invitaba a pasar el día
al resguardo del calor que ofrecía la mansión. Esperando con muchas ganas que
llegara la hora de descubrir los secretos que guardaba aquel pasadizo, decidí
entrar en la antigua biblioteca de la casa y leer alguno de los libros viejos,
polvorientos y estropeados que allí se guardaban. En ellos pude descubrir
algunos secretos que se encerraban entre las paredes de esta vieja casa.
Me pasé horas allí encerrada, esperaba encontrar alguna información sobre el
pasadizo, pero, tras haberme leído diez libros y no haber encontrado nada, me
desilusioné. Estaba a punto de irme, cuando un libro de color dorado brillante
me llamó la atención. Lo cogí y leí la sinopsis de la contraportada: “Aquí
podrás descubrir todos los secretos de la gran mansión de Transilvania, sus
tesoros y sus más de cien pasadizos”. Abrí el libro y comencé a leer.
El libro era bastante viejo y tenía mucho polvo, pero eso no me impidió continuar
con su lectura. Descubrí que en cada una de las habitaciones había por lo menos
dos pasadizos que llevaban hasta un sitio que al parecer debía ser sagrado o
algo así, pero justo cuando pasé la página donde debería estar el mapa de toda
la casa... ¡No estaba! Busqué por todo el libro, página por página. Nerviosa, empecé
a buscar por toda la biblioteca y de pronto un trozo de la vieja madera del
suelo sonó hueco como si debajo hubiese otro pasadizo que el libro no me
desveló.
Miré hacia abajo y había una
trampilla. Era muy pesada y no podía abrirla, pero luego me acordé de que había
una palanca cerca de la puerta. La usé y bajé hacia el interior de la
trampilla. Debía de ser uno de esos pasadizos. Al final del túnel había una
sala enorme, pensé que debía de ser esa sala que conectaba con muchos
pasadizos, pero no veía otra salida. Al pisar en una piedra el pasadizo por donde
pasé se cerró en cuestión de segundos. Pensé que iba a morir, pero me di cuenta
de que había un ataúd con joyas y fotos de la misma persona. De repente me
dormí y no recuerdo más de ese día.
Cuando me desperté estaba en el
ataúd y me dolía la espalda por las joyas. Intenté hacer memoria y recordar
algo, pero no sabía qué me había pasado para acabar ahí. Entonces me incorporé
y empecé a oír mi nombre: “¡María!, ¡María!” Eran mis padres y mis tíos, que me
estaban buscando. Me puse muy nerviosa e intenté encontrar la salida de aquel
pasadizo, ayudándome por el libro, pero no lo conseguía. Encontraba una puerta
que pensaba que podía ser la salida, pero esa puerta daba a otras seis puertas
y cada vez estaba más perdida. De pronto oí un ruido. Estaba cerca. Era una
especie de cascabel y desprendía una luz muy fuerte. Me acerqué a ver qué era.
Era una varita. Recordaba haberla visto en el libro. Busqué la página donde
aparecía y en ella pude leer: “Si de aquí quieres escapar, tu deseo bien fuerte
dirás y la varita a la vez agitarás”.
Decidí coger la varita y pedir el
deseo. Pronuncié mi deseo fuerte y agité la varita. Unos segundos después me
encontraba en un lugar muy extraño, un lugar que nunca había visto. Era oscuro
e inquietante. Al parecer no había nadie en aquel lugar: solamente un palacio
que se hallaba muy lejos.
Decidí ir a investigar qué era ese palacio y qué se
encontraba allí. Caminé y caminé varias horas hasta llegar a mi destino. El
palacio no parecía estar habitado, era pequeño, estaba lleno de lianas y se
había derrumbado una de sus torres. Entré y vi que estaba en perfecto estado
por dentro, por lo que me quedé sorprendida. Empecé a inspeccionar las salas y
en una de ellas encontré algo impresionante, algo que me hizo sobresaltarme: una
puerta dimensional. La atravesé y de repente me encontré nuevamente en los
pasadizos de la mansión de mis tíos. Entonces tuve una visión escalofriante: Jason
estaba detrás de mí y me empezó a perseguir. De pronto me caí y me dormí de
nuevo.
Mi familia me despertó a la
mañana siguiente para preguntarme qué hacía metida en esos pasadizos. Yo no les
quería contar nada, así que me inventé que solo estaba echando un vistazo. Mi
tía seguía comportándose de forma extraña y me miraba como si yo fuera culpable
de algo. Como todas las noches estaba deseando bajar para investigar, pero no
me di cuenta de que esa vez me seguía alguien. No le di importancia a eso, me
arrepiento de no haberlo hecho, porque esa noche pasó algo que me marcó para toda
mi vida.
Bajé a la sala del ataúd, una vez
dentro, la puerta se cerró bruscamente. Sentí un olor desagradable, sin embargo,
era un olor familiar, como a rancio, me giré y le vi. Ahí estaba mi tío Ryan,
con un farolillo, su mirada era siniestra y me empecé a asustar. Notaba una
presencia en la sala, pero miraba a mi alrededor y no veía a nadie más que a mi
tío Ryan. Mi yugular comenzó a palpitar fuertemente. Me sentí mareada,
aturdida, intentaba pedir ayuda a mi tío, pero mi cuerpo no respondía. De
repente noté un dolor intenso en el cuello, al principio notaba como si me
hubiese picado algo, el dolor cada vez se hacía más intenso, ya no podía más,
me derrumbé en el suelo, pero antes de cerrar los ojos, le vi. Vi a Drácula.
Me desperté, no sabía dónde
estaba. Estaba muy oscuro. Extendí la mano para tocar lo que tenía alrededor.
Una estructura rígida me envolvía. De repente lo entendí: ¡estaba de nuevo en
aquel maldito ataúd! Me levanté nerviosa, miré a mi alrededor, no había nadie.
Rápidamente corrí hacia la puerta. Al salir vi una escena terrorífica, los
cuerpos sin vida de mis padres y mi tía yacían en el suelo. Algo les había
atacado y de nuevo… aquel olor a huevo podrido. Salí corriendo, intentando
dejar atrás esa pesadilla. Era inútil huir, unos pasos me seguían y ese olor comenzaba
a envolverlo todo. Corrí hacia la playa y me escondí en una pequeña cueva en
los acantilados. Llevo meses aquí. No sé qué será de mí. Cada noche pienso que
será la última, pero cada mañana al despertar sigo escribiendo este diario,
para que tú, desconocido amigo, o desconocida amiga, lo encuentres y nos hagas
justicia.
Autores: Marcos Díaz, Martina Sarabia, Guido Fonteseca, Diego Díaz, Claudia Vila, Paula Becerra, Lucas Casanueva, Aitana, Caicedo Lucía García, Jonathan Gómez, Candela Galarza, Leo Sánchez y Miguel Tejido.